¿Has sentido alguna vez miedo en tu trabajo? ¿Miedo a que te despidieran, a una crítica personal frente a tu equipo o a esa reunión a la que te ha convocado tu jefe? Tal vez tu miedo venga de dentro y sientas miedo a no estar a la altura o a no ser competente. Estos miedos son muy habituales. Los miedos sociales son los más frecuentes en los trabajos de hoy, pero sigue habiendo también un miedo físico ante los peligros inherentes al puesto o incluso el provocado por la conductas agresivas de compañeros/as o clientes.
El miedo está más presente en las organizaciones de lo que en principio pueda parecer. Creo que le hacemos poco caso al miedo teniendo en cuenta lo integrado que está y lo limitante que puede resultar. Lo que sucede es que con frecuencia el miedo toma una apariencia confusa y no parece miedo. Cuando actuamos desde el rol de profesionales tener miedo está mal visto. Puede parecer debilidad, incompetencia, indecisión… y entonces escondemos el miedo con críticas a quien me lo provoca, con cortinas de humo que ocultan fallos y de muchas otras maneras que no son sino los refugios del miedo.
Aprendí que el miedo es una emoción básica, adaptativa y tan necesaria que no sobreviviríamos sin miedo. Una emoción que nos invita a huir o atacar y que en los seres humanos no se traduce únicamente en correr o enseñar los dientes, sino que tiene otras complejas manifestaciones.
Básicamente hay 4 formas de reaccionar ante el miedo. Cada persona puede expresarlas todas y seguramente lo hace así, pero tiene una inclinación más por una que por otras.
Ataque hacia fuera
Culpar y descalificar a otras personas o ciertos hechos es uno de los modos de ataque preferidos de nuestra especie. Frente a los puñetazos y la lucha cuerpo a cuerpo, en nuestros días está mejor integrada la crítica: «la culpa es de…» , «no tiene ni idea», «lo ha hecho todo mal»
Ataque hacia dentro
Es una forma de ataque contra mi. Los mensajes de la culpa con forma de descalificaciones interiores que nos recuerdan no ser capaces de enfrentar el peligro o de haberlo provocado: «no voy a ser capaz de afrontar esto», «¿cómo me he podido meter en este proyecto?»
Huida hacia afuera
Es desviar la atención de lo que provoca el miedo negándolo y ocultando su importancia con el pretexto de tener que prestar atención a otras supuestas prioridades. Es la forma más fácil de huir en una sociedad llena de estímulos. La procrastinación es una de las formas de este tipo de huida: «no tengo tiempo ahora para ocuparme de eso», «hay otras cosas más importantes ahora»…
Huida hacia dentro
Se expresa a través de diversas formas de inacción. Puede conllevar la parálisis de la persona, que no actúa, no decide o no quiere hablar del tema. También puede manifestarse en una actitud de análisis al detalle de lo que sucede, los motivos… es decir, otra forma de inacción que es la parálisis por análisis: «no quiero hablar de eso», «necesito pensar qué está pasando»…
Las personas podemos manifestar nuestro miedo de formas diversas en la empresa. Podemos atacar y huir, hacia fuera o hacia dentro e incluso combinar varias de estas formas ante la misma situación. No hay una opción excluyente, pero si que existe una preferencia inconsciente por una de ellas ¿Cuál es la tuya?
Si deseas profundizar en el uso del miedo en las organizaciones y aprender herramientas para mantener relaciones saludables en un buen clima de trabajo, te invito a que leas el libro ACTITUDES TÓXICAS. Estrategias para afrontar las relaciones y personas que nos limitan del que puedes leer un fragmento o ver más información aquí