Esta es una foto de antes de la pandemia. De cuando estar 90 en una sala para 90 estaba bien y aún había espacio para quien tomaba la foto, para el técnico de sonido y para que yo me paseara hablando sobre la tarima.
Charlar a menos de metro y medio, repartir cuadernos de trabajo, tomar el café juntos/as… estaba bien.
Hubo un momento en que volver a hacer esto parecía imposible. Nos llenamos de webinars y cursos virtuales. Compramos focos, micrófonos y cámaras porque lo online había llegado «para quedarse».
Durante un año hemos ido alternando formaciones online y presenciales. Hoy miro la agenda y no tengo prevista ni una formación virtual. Todo presencial de nuevo. Estoy segura de que mantendré reuniones y quizá algún webinar online, porque en esto parece que el formato nos da comodidad. También veo que hay formaciones y sesiones de coaching que antes, por la larga distancia (a veces oceánica), rechazaba y ahora puedo mantener. Elijo en este caso que sean temas puntuales.
La presencialidad general de las formaciones y las sesiones de coaching parece que poco a poco ha vuelto. Especialmente en algunos temas.
Hay formadores/as, coaches que se han adaptado de una manera extraordinaria. Yo también me he esforzado en esto. Sin embargo para mi, no es lo mismo, ni como formadora ni cuando he sido participante.
Para mi la presencialidad aporta una mayor conexión cuando trabajamos en grupos, mas creatividad, menos barreras, más y mejor feedback, más participación general y más creación conjunta.
Sí, hay plataformas que proporcionan esto en Zoom, en Teams…y herramientas que dan soporte del tipo Miro, Jamboard… las hemos utilizado, pero para mi, no es lo mismo. Quizá para ti sí. Tal vez tu experiencia es otra.
Hoy guardo micrófono, focos, cámara… porque estos sí han llegado para quedarse. Ahora son medios necesarios para algunos temas.
Para todo lo demás seguiré llevando de aquí para allá mi humanidad, para compartirla y para sentir allí donde vaya también tu humanidad.