El 80% de las personas sufriremos un episodio de ansiedad a lo largo de nuestras vidas. El 10% un trastorno de ansiedad y un 3% un ataque de pánico. Los trastornos de ansiedad son uno de los problemas psicológicos más comunes en la población general.
La ansiedad es básicamente un mecanismo defensivo. Un sistema de alerta ante situaciones amenazantes. Si atendemos a nuestro desarrollo evolutivo resulta ser todo un acierto. Hemos llegado hasta nuestros días después de más de tres millones de años de evolución gracias a nuestra capacidad de atender a los peligros y actuar ante ellos. Es cierto que los peligros han cambiado y que ahora tememos más al jefe que a una leona hambrienta, pero nuestra fórmula de alerta es la misma.
La ansiedad es adaptativa mientras nos mantiene en activo para realizar acciones útiles y orientadas a objetivos alcanzables, pero a menudo sentimos que nuestras capacidades no alcanzan las exigencias. Es entonces cuando la ansiedad nos desborda, nos incapacita y deja de ser adaptativa.
La ansiedad es miedo al miedo. Es una voz interior que nos dice “no eres capaz”
¿Qué detona la ansiedad?
Nos predispone nuestra genética, sí, pero también los patrones personales que tomamos o la sociedad en la que vivamos. Hay más influencias psicológicas y sociales que físicas.
Vivimos en un país a la cabeza de Europa en el consumo de ansiolíticos. La ansiedad es el problema de salud más recurrente y la primera causa de baja en el trabajo. Es la España del Trankimazin donde uno de cada diez se duerme con su pastilla…
¿Qué detona la ansiedad? La respuesta no es sencilla pero en las historias de las personas que la sufren se puede identificar que muchos factores desencadenantes tienen como origen o se exacerban con el trabajo. Aspectos como la incertidumbre de la empresa, los conflictos interpersonales, la falta de tiempo o la dificultad para conciliar, son algunas de las presiones más habituales.
Según la Agencia Europea para la salud y seguridad laboral el 51% de las personas trabajadoras perciben el estrés como algo habitual en sus trabajos. Una ansiedad que pasa factura no solo en las personas sino también en las empresas. La ansiedad provoca más errores, peor ambiente, más absentismo… Reducir los actuales niveles de ansiedad en lo entornos laborales se ha vuelto una necesidad social, emocional y económica para las organizaciones.
Un abordaje complejo pero con mejoras posibles y acciones efectivas de las que hablaremos en el próximo post….