Hace días que veo la vida a través de un ángulo de 45°. Son sólo 45° los que necesito para ver la televisión, atender al móvil o trabajar con el portátil. Durante días mis relaciones también han sido en 45°. Cafés, reuniones y aprendizajes a través de una pantalla. Los temas de mis conversaciones de igual manera han sido en 45°, centrados en la situación sanitaria, la económica, el furor de los supermercados o esos mismos memes que llegan al mismo tiempo.
Más allá de los 45° la vida continua. La naturaleza sigue su curso, de hecho, mejor que antes. Las emisiones de CO2 han disminuido un 25%. La prohibición temporal del comercio de fauna salvaje en China le ha dado un respiro a bastantes especies. Algunos animales han comenzado a recuperar espacios naturales propios. En los canales de Venecia se ve el fondo. Desde el espacio se toman fotografías más limpias de la tierra… El coronavirus ha surgido como un aliado inesperado de la naturaleza. A la tierra y sus moradores les va mejor nuestro confinamiento.
Salgo de este glaucoma agudo que ha restringido mi campo visual a 45° desde que se desató la pandemia y la locura, para volver a mirar en 360°. Vuelvo lentamente a la consciencia de sistema, al pasado, presente, futuro incierto de este y a adivinar sus conexiones con otros sistemas. Observo los emergentes que surgen como amenazas y oportunidades. Siempre ha sido para mi una necesidad hipotetizar sobre el futuro para diseñar los caminos desde cierta seguridad.
Veo una transformación social, laboral y emocional profunda
- Una refocalización personal hacia lo que “de verdad importa”
Esta crisis nos ha mostrado la fragilidad de la existencia humana y de nuestras estructuras sociales. Vivimos momentos en que el significado del estado de bienestar es poder entrar en la UCI si lo necesito. Tras la crisis será momento de dejar a un lado las reflexiones sobre lo que para cada persona es lo más importante y dar un paso para hacerlo realidad a través de acciones.
- Una orientación personal y económica hacia el auto-abastecimiento
En esta crisis hemos aprendido que la globalización es poderosa y a la vez peligrosa. Hay infinitas oportunidades en un mundo global y también amenazas que no entienden de fronteras. Necesitaremos articular políticas globales para defendernos como humanidad y estrategias locales para preservar la autonomía de nuestra subsistencia y el auto-abastecimiento.
- Una virtualización de los trabajos y con ello un desarrollo del liderazgo desde la libertad
El estado de alarma ha sido el gran experimento de teletrabajo de nuestro país y el de muchos otros. Hemos diseñado, experimentado y evaluado el trabajo en remoto, las reuniones online y una confianza inusitada en el buen hacer y la buena fe de lxs profesionales. No había apenas alternativas, sin embargo tras la crisis la virtualización de los trabajos se consolidará en algunos sectores y para muchos trabajos.
Se hará necesario transformar el papel de liderazgo hacia un estilo de líder pivotante que coordine desde la confianza y apoye sin controlar. Un cambio de paradigma hacia una nueva cultura organizacional donde será necesario transformar las habilidades y actitudes de toda la parte central de la pirámide jerárquica.
Esta pandemia es sólo una agitación exprés. Apenas un soplo en la historia de la evolución humana; y nos ofrece una oportunidad para que nuestra generación participe en una leve trasformación social para la especie.