Mi problema no existe sin mí. El resultado de las pruebas, la situación del proyecto, el estado de un pedido… son lo que son. Hechos y datos. Que esto sea un problema o merezcan mi preocupación es mi valoración sobre esos hechos. Sencillo ¿verdad?. ¿Si pudiera dejar de verlos y sentirlos como un problema dejarían de ser? Seguirían existiendo como hechos pero no como problema.
Entonces, ¿merecen la energía que les dedico? Es decir, me pregunto si verlos como problema y dedicarle mi tiempo y mis pensamientos contribuyen a su solución en la medida de mi esfuerzo. Reflexiono sobre esto y me hago consciente de que cuanto más me ocupo de ellos más tiempo permanecen, como si mi preocupación alimentara su existencia.
Busco el botón automático para cerrar mi paraguas y no tiene. Busco un mecanismo de cierre automático similar al que lo abre en un segundo como se dispara fugaz mi mente para detectar problemas, pero no tiene función automática de cierre. Esto va a mano y con consciencia.
En estas estoy trabajando emociones y frenando resortes automáticos que me ponen a cobijo de la lluvia que solo existe para mí.
Abriéndome al autoconocimiento, a parar y observar mis resortes y sus utilidades voy abriendo cada vez menos el paraguas y quizá por eso parece que cada vez llueve menos.