Tal día como hoy hace más de un siglo culminó una de las más dramáticas competiciones que había emprendido el ser humano, la conquista del Polo Sur. Fue el equipo noruego capitaneado por Roald Amundsen el primero en hacer ondear la bandera en el punto  90° S.

La carrera entre Robert Scott y Roald Amundsen fue más bien una competición entre equipos, en este caso, entre los equipos británico y noruego.  Como en  tantas otras gestas geográficas, científicas o astronómicas, esta conquista se escribió con la pluma de uno pero el esfuerzo de muchos. No fue menor ni el esfuerzo ni el valor de las personas  de los equipos que el de sus mismos líderes, sin embargo, en la conquista del Polo Sur la competencia y la actitud de los líderes fue determinante no sólo para el éxito sino para la supervivencia.

No resulta fácil distinguir ganadores de perdedores. Aunque el primero en alcanzar los 90° S fue el equipo noruego liderado por Amundsen, los británicos alcanzaron la misma posición apenas cinco semanas después, un lapso de tiempo mínimo en la historia de la humanidad. Además, el equipo británico acaparó no sólo más, sino mejor prensa  alrededor de la expedición. Se cuestionó la ética de Amundsen por ocultar sus planes de alcanzar el Polo Sur hasta haber emprendido el viaje a la Antártida y se glorificó al equipo polar de Scott que perdió la vida en su viaje de regreso. Los diferentes relatos de la expedición y los diarios que escribieron tanto los miembros del equipo como el mismo Scott apuntan al intenso frío, la desnutrición y la escasez de recursos como causantes del fatal desenlace. Quizá estas sean las causas aparentes y mejor probadas que puedan explicar lo sucedido, sin embargo, la cuestión principal de haber llegado los segundos, de encontrar ocupado por otra el lugar en el que creían que ondearía su bandera  debió ser de un enorme impacto mental y emocional para un duro camino de regreso sin nada que celebrar. Scott sabía que debía procurar una moral alta en el equipo, sin embargo, en aquel viaje de vuelta le fue imposible mantenerla.

Amundsen y Scott, junto con otros expedicionarios como Shackleton, Nansen o Peary, permanecen unidos en la historia por su común trayectoria como exploradores polares. A través de sus viajes, dificultades y conquistas podemos identificar los factores clave para alcanzar el éxito.

5 enseñanzas polares sobre el liderazgo

  • Ilusión frente a obligación

Todos los exploradores polares tuvieron  historias personales diferentes. Particularmente los protagonistas de la carrera por la conquista del Polo Sur, Amundsen y Scott, tuvieron una trayectoria  muy distinta antes de encontrarse persiguiendo el mismo objetivo por la meseta antártica.

Scott, oficial de la Marina Real Británica comenzó, apenas unos años atrás, a interesarse por capitanear una exploración polar como modo de alcanzar distinción y mejorar sus honorarios, asunto que se había vuelto prioritario para él por la precaria situación económica de su familia. Scott pensaba que para afrontar un problema persona de tal magnitud debía acometer un proyecto profesional dela misma magnitud.

Amundsen, sin embargo creció con los relatos de las grandes conquistas y  mantuvo la ilusión desde joven por las exploraciones polares. Con esta ilusión se preparó a través de una formación marinera, el aprendizaje de técnicas de supervivencia y la práctica de deportes invernales.  Aprendió de la vida de los esquimales y siguió con un máximo interés las expediciones y a los exploradores que le precedieron.

  • Tener un objetivo claro. Sólo uno

La exploración polar británica impulsada por la Royal Society tenía un fuerte componente científico, lo que supuso que gran parte de las energías, tiempos y recursos de la expedición se dedicaran a la investigación. El trayecto al polo se compatibilizó con proyectos científicos en la Antártida, como la expedición para recoger huevos de  pingüino, la toma de muestras geológicas o la realización de mediciones.

Por su parte el equipo de Amundsen tenía un único objetivo: Llegar al Polo Sur, ser los primeros y regresar. Amundsen nunca hubiese gastado energías en una excursión de días a través de la noche polar ni acarreado por la meseta un gramo más de lo necesario.

  • Planificar

Scott planificó los aspectos más destacados de la expedición dejando muchos otros para valorar sobre la marcha.

Amundsen planificó minuciosamente todos los aspectos de la expedición y ejecutó está según la planificación. Cierto es que le sucedieron imprevistos, pero también para estos casos planificó alternativas o actuó sobre el terreno midiendo el impacto de sus decisiones.

  • Contar con un equipo preparado

Scott consideró la elección de los miembros de su equipo algo importante, no obstante, consideró otros temas de mayor relevancia. Seleccionó algunos expertos para los temas decisivos como el esquí, los trineos o los animales, confiando en que estos enseñarían y entrenaría al resto del equipo ya sobre el terreno.

Amundsen sólo llevó en su equipo esquiadores con experiencia, algo lógico teniendo en cuenta que la totalidad de la travesía sería sobre hielo y nieve. Además llevó un experto en perros de tiro y en el uso de trineos. El mismo Amundsen tenía una solida experiencia en estos temas.

  • Escuchar al equipo

Amundsen siempre consideró a su equipo una “pequeña republica”. Había seleccionado expertos y, en consecuencia, les escuchaba. Gracias a sus sugerencias se rediseñaron las tiendas de campaña de la expedición, se modificaron otras partes del equipo y se aligeró el peso los trineos.

Scott, por otra parte, dirigió la expedición bajo una estricta disciplina.  Su trayectoria militar pesó en el modo en que condujo al equipo, haciéndole acatar todas sus ordenes y desoyendo cualquier sugerencia. Probablemente esta circunstancia fue la que determinó no sólo su fracaso frente al objetivo sino también el fatal desenlace. “Llevemos este último deposito mas cerca del polo”- le pidió el equipo. Pero Scott no quería que su equipo creyera que era un jefe influenciable, pensaba que debía mostrar autoridad y por este motivo, en el mismo lugar en que surgió la discusión, ordenó instalar el último punto de aprovisionamiento, “One tone” (una tonelada), lo bautizaron por la gran cantidad de víveres y materiales que almacenaron. En su camino de regreso el equipo de Scott murió a tan solo 18 millas de este deposito.  El equipo tuvo razón, demasiado lejos del polo…

 

El logro de un líder eficiente
En resumen, Amundsen fue el perfecto ejemplo de eficiencia. Cumplió con su objetivo sin contratiempos, en perfecto orden y sin una sola baja. Ni su figura ni su hazaña parecieron pertenecer a la era heroica de las exploraciones polares, es más, durante tiempo se le presentó como el antihéroe en contraposición a la lírica y drama de la exploración británica. El noruego odiaba la publicidad y se escabulló de lo público, no esgrimió ningún patriotismo ni superioridad racial. Era un apasionado de las exploraciones polares. El líder que llevó a su equipo a donde quiso y regresó  sin errores ni palabrería.