Me encantaban los libros de Elige tu propia aventura. Esta serie de libros en los que podías tomar decisiones sobre la forma de actuar de los los personajes y modificar así el transcurrir de la aventura. Vivir el desarrollo de una historia a partir de tus propias decisiones me resultaba fascinante. Sin embargo, lo que realmente más me enganchaba, era la posibilidad de dar un paso atrás y poder tomar una decisión distinta a la tomada y vivir la historia que se generaba con aquella otra alternativa. Genial fantasía aquella de “qué hubiese sucedido si…”
Esta fantasía en la que especulamos sobre lo que hubiera ocurrido de tomar una decisión diferente a la tomada se llama “pensamiento contrafactual” y la generamos ante decisiones de diferente intensidad e impacto. Igualmente podemos imaginar qué hubiera sucedido de haber corrido algo más para coger el tren anterior, que cómo sería nuestra vida de no haber tenido hijos.
Este tipo de pensamiento es frecuente en el ser humano y surge especialmente tras un resultado o acontecimiento negativo o mejorable. El segundo galardonado de un certamen, la medalla de plata de una competición deportiva… son los que más dejan volar su imaginación en este sentido. El propósito de este tipo de pensamiento es generar un aprendizaje para hacer una posible mejora en el futuro y, en este sentido, el pensamiento contrafactual supone una inestimable fuente de desarrollo, sin embargo, la vivencia real de haber tomado una decisión menos acertada o hecho un esfuerzo insuficiente genera emociones como la culpa, vergüenza, arrepentimiento, tristeza o frustración cuya función reparadora en un futuro se contrapone con la insatisfacción que provocan en el momento.
El pensamiento contrafactual también aparece cuando valoramos un resultado alternativo peor: “si llego a dejarlo para el día siguiente me quedo sin entradas”, “si no lo hubiese comprado a primera hora me quedo sin billete de tren”. Esto nos coloca en la alternativa afortunada, lo que, en términos generales, nos provoca emociones de alegría, alivio, superación o satisfacción.
¿Por qué son más felices los deportistas que ganan la medalla de bronce que los que ganan la de plata?
En un estudio sobre el pensamiento contrafactual en los medallistas olímpicos (Gilovich, T. 1995) los investigadores determinaron que, después de la competición, los deportistas que ganaron el bronce parecían significativamente más felices de promedio que quienes ganaron la plata. En entrevistas con los deportistas los que obtuvieron el bronce relataban haber pensado con frecuencia en su fortuna por haber obtenido medalla frente a la alternativa de quedar fuera del podio. Sin embargo, los deportistas que obtuvieron la plata relataban que la alternativa en la que más pensaban era en la medalla de oro que no habían podido lograr.
El pensamiento contrafactual o pensamiento en contra de los hechos, en teoría, no tienen límites. La pregunta “¿qué sucedería si…?” se podría aplicar a infinitas situaciones: ¿qué sucedería si los dinosaurios no se hubieran extinguido?, ¿qué sucedería si hubiera dos lunas?… Sin embargo, la realidad es que en la mayoría de las ocasiones especulamos sobre alternativas relacionadas con un número reducido de temas principalmente vinculados a nuestra propia realidad.
El pensamiento contrafactual es una de las muchas estrategias que utilizamos los seres humanos para tomar y reconsiderar decisiones. Nuestra capacidad de imaginar, dialogar con nosotros mismos sobre las alternativas y aprender con el proceso es parte de la magia de ser una especie diferente.