Siempre me ha maravillado el trabajo de los gimnastas. Es un deporte con el que conecto sin seguirlo, sólo de cuando en cuando. Sin embargo, tiene algo que me engancha para ver cualquier ejercicio de gimnasia sin importar disciplina, sexo o bandera. Siento que tiene que ver con la estética de los ejercicios, esos movimientos casi imposibles ejecutados de manera perfecta y natural como si se tratara de un baile.

Mi admiración ya viene de largo. Recuerdo de niña haber aprendido con la práctica a saltar el potro, no sin cierta torpeza. Quizá por eso imagino tras cada ejercicio de los gimnastas las infinitas horas de entrenamiento para primero aprender a ejecutar cada movimiento, después perfeccionarlos y finalmente practicar y practicar hasta alcanzar la armonía. Es entonces, sólo tras todo ese tiempo, cuando el ejercicio ya no parece ejercicio sino un baile natural, fluido y sencillo. Esa sencillez de lo perfecto.

Paseo por mi barrio y a cada paso observo los balcones con interés. Me fijo en las plantas ahora en primavera renacidas. Observo la intensidad y variedad de color en las flores. Recuerdo que cuando empecé hace años a tener y cuidar yo mis plantas me llamaba la atención especialmente el balcón de un vecino al que un día le pregunté aquello de “¿Qué haces para tener las plantas tan bonitas?”. Como si hubiera un secreto no revelado o una pócima mágica… Ahora veo que el resultado es consecuencia directa de un intenso aprendizaje sobre multitud de variables. Un aprendizaje que finalmente se refleja apenas en regar. Algo aparentemente muy sencillo.

Tengo un amigo fotógrafo, especialista en macrofotografía, al que también preguntan por sus trucos. Esta vez yo los conozco y los revelo porque se que pueden ayudar a muchos a dejar de buscar respuestas… Resulta que mi amigo pasa más de una horas con cada foto cambiando parámetros de la cámara, modificando la iluminación y sacando multitud de tomas para obtener una sola y perfecta fotografía, y que además, lleva haciendo esto mismo en cada una de las cientos de fotos que ha sacado desde hace muchos años.

Me fascina ese arte de hacer fácil lo difícil. El resultado de ser inconscientemente competente y funcionar en automático para la perfección.

Cuántas veces alrededor encontramos este arte de hacer algo sencillo como resultado de un intenso aprendizaje y un largo trabajo. Y no es magia, sino arte.